Y es que mucho se ha hablado sobre el ejercicio ideal para el ser humano, que si correr, que si nadar, que si la lucha, etc… Pero biomecánicamente hemos sido construidos por la naturaleza fundamentalmente para andar…Veamos por qué.
Hay dos explicaciones, la primera bastante compleja y técnica que habla de los diferentes engranajes, de las estructuras óseas y musculares que están diseñadas por el paso del tiempo para proceder a andar; y la otra que lo explica desde el punto de vista racional una vez conocemos cual era la principal actividad física que realizaba la raza humana durante cientos de miles de años, si no millones…
Andar.
Y es que el ser humano, si quería estar vivo durante los millones de años de evolución, fue nómada. Y no había coches, ni trenes, ni aviones, ni vehículos,etc… solo podía andar. Y este andar era para buscar alimento. Tanto del tipo recolector como del cazador que seguía a las manadas de grandes herbívoros. De ahí que tengamos claro por esta segunda explicación que por pura lógica es para el ejercicio o actividad física que estamos hechos.
Sinceramente he estado años anteriormente escuchando a muchos entendidos hablando de la carrera, de saltar, de tirar objetos, de luchas, etc.. incluso de nadar. Y lo primero que pensé era que si estábamos hecho para nadar por que no tenemos agallas, que si estamos hechos para luchar porque no tenemos corazas o extremidades mejor preparadas para golpear, que si estamos hechos para correr porque no somos tan rápidos como otros bípedos o por qué tenemos tantas lesiones cuando corremos, y así sucesivamente… La explicación debía de venir por la pura lógica y esta decía que lo que hemos hecho el 99% del tiempo de la evolución humana fue fundamentalmente andar.
Y eso explica muchísimas cosas.
La posibilidad de lesión con una manera de andar producida por el constante movimiento es ciertamente mínima, con la excepción hecha de aquellas personas que tienen problemas congénitos o que simplemente no coordinan correctamente simplemente porque nunca han andado lo suficiente para implementarla. Incluyendo a los que tienen sobrepeso porque precisamente nunca han andado los kilómetros que normalmente nuestros ancestros hacían. Si sólo existe una mínima posibilidad de lesión al hacer este tipo de ejercicio significa, directamente, que es claramente para lo mejor que estamos diseñados.
Pero ahí no queda la cosa.
Resulta que hay incluso dependencia de varias cuestiones de nuestro día a día que mejoran cuando andamos. Ya no hablamos únicamente de que nuestro metabolismo evidentemente aumenta cuando andamos, y cuando queremos decir que hemos andado como consecuencia de nuestro nomadismo, hablamos de kilómetros al día, lo que energéticamente hablando quiere decir que quemábamos bastantes calorías para sufragar esa actividad casi diaria. Y eso nos lleva casi directamente a que el índice de obesidad era prácticamente nulo en aquellos tiempos, además por varias cuestiones que no solo tienen que ver con la movilidad; evidentemente la escasez de alimento durante ciertos periodos de tiempo debiera de ser norma obligada (que tan sólo desapareció con el Neolítico y sus cosechas) y si comes poco, poco puedes ganar en grasa. Pero también probablemente el hecho de que la vida media de un humano se estima que estaría en 25-27 años lo que significa que la producción hormonal natural aún es elevada y por tanto el metabolismo lo suficientemente alto para que el nivel de obesidad fuera mínimo o inexistente. Curiosamente otra explicación, de las más lógicas nos dice que los alimentos a los que teníamos acceso eran, además, mucho más sanos y sin azúcares simples de los que tenemos hoy en día, y esto evidentemente explica también esto que decimos.
Aún hay más cosas que mejoran cuando andamos, otra de las más notables es la digestión. Cuando comemos demasiado especialmente, el andar es de las pocas cosas que nos hace que nuestro organismo mejore en su habilidad para digerir alimentos. Existen multitud de estudios que dicen que andar después de una gran comida favorece la digestión, ya sea por la mejora de los movimientos peristálticos de nuestros intestinos o por la actividad de las paredes del estómago (que también tiene una acción mecánica, no solo química, en la digestión.
Otro beneficio, aunque quizás no lo notemos en el corto plazo como lo era en la digestión (pero sí en el largo), es la mejora de la función cardiopulmonar; ya que andar nos activa y nos regulariza tanto el intercambio de oxígeno en los pulmones como el hecho de que nuestro corazón tenga un momento de «ejercicio regular» que lo entrene para ser más efectivo. Esto provoca que ese ejercicio adapte a nuestro organismo a tener mejores funciones de captación de oxígeno y de las pulsaciones de un ejercicio ligero aeróbico.
Un beneficio más está referido a lo raro de artritis en edades tempranas, el retraso de que aparezca conforme se cumplen años y la menor incidencia de otros problemas articulares en piernas y caderas en la gente que anda normalmente. Probablemente es porque el cuerpo «cuida» y procura mandar nutrientes a las células que trabajan en esta actividad de andar, lo que produciría incluso mejor calidad de células nuevas cuando se reemplacen las antiguas. Aparte está el hecho de que las glándulas sinoviales lubrican esas articulaciones para que trabajen mejor durante el caminar, lo que las hace mejores y más durables.
Y tenemos más, aumenta la actividad del sistema inmune, varios estudios han mostrado que andar de alguna manera procura tener menos enfermedades y que nuestro sistema luche mejor contra los problemas que producen diferentes enfermedades.
Y no acaban aquí, andar también ayuda al retorno venoso de nuestra circulación sanguínea. Y es que el organismo tiene un solo corazón que empuja la sangre en su circuito desde y de nuevo hasta el músculo cardiaco pero mira por donde, la evolución ha ideado un sistema llamado bomba muscular que ayuda a que la sangre suba de nuevo al nivel del torax. Funciona dividiendo su flujo venoso entre una corriente interna y otra superficial, además de una serie de válvulas o zonas donde se «estanca» un poco más la sangre y que son exprimidas por los músculos de las pantorrillas cuando andamos. Esto favorece el retorno venoso y evita varios problemas que se derivan de una deficiente circulación sanguínea, fundamentalmente varices, pero también las trombosis o incluso la retención de agua en piernas y caderas (y por ende, prevención de la celulitis junto con otros factores). Ya que la circulación linfática depende de la salud de las venas de las piernas fundamentalmente, y esta circulación es la que lleva el agua intersticial a ser «lavada» en los ganglios de las caderas, los que andamos tenemos menos problemas que acabamos de describir.
Y sí, hay otros más, entre ellos a nivel mental. Las depresiones, los problemas y las preocupaciones son menores cuando andas. Eso no quiere decir que desaparezcan, si no que nuestra actitud sobre ellas mejora. Y es que movernos, nos procura energía cinética que difícilmente hace que produzcamos hormonas o neurotransmisores de los llamados «negativos» que nos hacen la vida más complicada, lo que sucede es que los cambian por pensamientos más positivos que nos hacen ser más resolutivos y menos «trágicos». Hay quien dice que son más creativos cuando caminan. En muchas ocasiones cuando dormimos, vemos las cosas mucho peor de lo que realmente son y cuando nos levantamos y nos movemos, pensamos «pues no es para tanto»… Incluso se recomienda andar por ello para personas deprimidas por estas acciones que suceden en nuestros cerebros.
Así pues, la conclusión de todo esto es clara, estamos hechos para andar. Por lo tanto, muévete y ANDA!