Una de las palabras más usadas en el mundo deportivo en general es la palabra «genética»; A qué nos referimos en nuestro deporte? Es sólo esto lo que necesitamos?
«Es que no tengo genética», «hay que tener genética» o «sin genética no se puede ganar»; son frases que se oyen como sentencias definitivas para enjuiciar o dar justificaciones para explicar situaciones respeto a algunas clasificaciones o condiciones generales de una persona. Y es que sin esta cualidad mucho piensan que no es posible triunfar en ningún deporte. Y esto es casi una verdad absoluta, y digo casi porque hay múltiples excepciones que confirman esta regla…
Pero técnicamente a qué nos referimos en nuestro deporte del fitness/culturismo?
Bien, aquí podríamos empezar a hablar de que fundamentalmente nos referimos en nuestro deporte a la hora de la competición a destacar la adecuación de la estructura corporal de una persona con arreglo a las modalidades del fitness/culturismo. Es decir, a nadie escapa que las formas corporales, es decir el contorno de cintura, la anchura clavicular, la longitud de piernas (especialmente en chicas) y de brazos, anchura de caderas, el contorno de rodillas, muñecas, codos, tobillos, la amplitud de la caja torácica, etc…. marcan las proporciones estructurales (referido aquí fundamentalmente a la base ósea que luego se rellenará con masa muscular) y esto es algo fundamental en este deporte. Es evidente que si naces con unas determinadas condiciones óseas ideales para cada modalidad, se tiene más fácilmente las condiciones básicas de triunfar en este deporte. Y que no te engañen, si no las tienes, no es fácil hacer creer que las tienes (aunque puedes hacerlo!).
Por otro lado y como otra cara de la misma moneda están las inserciones musculares, es decir la amplitud o el bombeo de ciertos músculos: la forma de los bíceps, de la parte baja de los cuádriceps, de los hombros, la línea de los músculos dorsales, los famosos abdominales, el glúteo alto, los gemelos desarrollados… Y esto vienen diseñados desde la cuna y apenas hay capacidad de modificación. Esto también es genética en formas corporales.
Pero no queda aquí esa descripción de lo que es genética en nuestro deporte. Existen otras condiciones que pueden ser mejores que otras en diferentes personas. A la hora de ganar musculatura se tiene en cuenta 3 factores, el entrenamiento, la nutrición y la recuperación ( o descanso) y es aquí donde se pone en juego otro factor genético que es diferente al anterior, la capacidad del cuerpo de ganar masa muscular es desde luego para algunos el verdadero significado de tener genética para este deporte. Y es totalmente cierto que los factores genéticos que mejoran la recuperación, la capacidad de entrenamiento o la capacidad de adquirir nutrientes son importantisimos en una especialidad deportiva que suele ser sinónimo de masa muscular. Hay muchos ejemplos de personas que no entrenan que tienen una masa muscular inexplicablemente grande o que entrenan en deportes donde no debieran tener grandes masas musculares (y las tienen sin embargo).
Puedo suponer que lo ideal sería tener la combinación de una excelente estructura y de la genética favorable para ganar tamaño muscular. Pero en mi experiencia esto no basta.
Y es que los verdaderos campeones de este deporte tienen un tercer factor, que no me atrevería a llamarle genético o no, pero que los separa de los que cumplen los anteriores dos grandes o de los que no cumplen ninguno. El tesón o la capacidad mental de cumplir durante meses y años un plan y no salirse de él. La resistencia a caer en las tentaciones en alimentación, en relajar el nivel de entreno o en descansar más, en no hacer cardio, en fallar en los planes en definitiva, algo que no todos podemos hacer y que con esta sociedad tan hedonista está hasta casi mal visto…
Si no eres bendecido con los dos primeros tipos de «genética», intenta serlo de la tercera porque esta es la verdadera explicación de por qué no hay perdedores en este grupo. Quizás no seas nunca campeón del mundo pero lo que siempre podrás decirte a ti mismo es que lo intentaste hasta las últimas instancias. Y tal vez, como consuelo, siempre puedas aducir eso de que «es que no tengo la genética suficiente…» Y si tienes ese empeño en otras esferas de tu vida, estoy seguro de que como persona acabarás siendo mejor que cuando empezaste.