Cambio de rutina

«Tengo que cambiar la rutina»

Probablemente la frase que más se oye todos los días en un gimnasio por parte de los encargados de la sala de musculación. Una «obsesión» pormenorizada y puesta en su justa medida. El fundamento del cambio de rutina verdadero, algo que todos deberíamos de tener claro.


TENGO QUE CAMBIAR MI RUTINA

Si tuviera que decir cúal es la frase que más se pronuncia cuando un cliente de un gimnasio se dirije a un entrenador sería esta con total seguridad.

Es como si al cambiar de rutina la persona solo por este hecho, adquiriese un halo de veteranía, un grado de desarrollo corporal o algún galón que le permitiera mirar por encima del hombro del compañero. Es en el mejor de los casos “curioso” de observar esto.

La rutina tiene que ser cambiada básicamente porque la repetición de esos ejercicios provoque que el cuerpo se adapte de tal manera que haya que dar de nuevo otra diversidad de movimientos para evitar que se acostumbre el cuerpo. O tal vez, porque el entrenamiento anterior nos ha creado un desequilibrio muscular que necesite el cambio de algunos ejercicios para modelar el cuerpo convenientemente, incluso tal vez porque dentro de los ciclos de entrenamiento algunos ejercicios sean más beneficiosos que otros. Fuera de estas razones, el cambio de rutina es innecesario.

La rutina parece que para algunos usuarios de gimnasios es algo “necesario” de cambiar para llegar a entrenar 4 o 5 veces a la semana en una rutina dividida, en la que la mayoría huyen del día de piernas…Si dudáis por un momento esto, solo tenéis que hacer una prueba. Si trabajáis en un gimnasio, cuando os pidan cambiar de rutinas simplemente decid, “vale, perfecto, empezamos con el día de piernas”, me apuesto lo que queráis a que al menos la mitad empezaran a aducir que si tienen una lesión en la rodilla, que ellos tienen ya un desarrollo impresionante sin hacer nada de piernas, que es que tienen agujetas del día anterior porque jugaron al fútbol o que se han dejado algo encendido en el fuego… para no tener que entrenar piernas. Es precisamente este tipo de persona el que más insiste con los cambios de rutinas. El que verdaderamente quiere progresar con el entrenamiento sabrá que mientras obtenga rendimientos con la rutina que esté realizando no tiene porqué cambiarla.

En la mayor parte de los casos es precisamente este el objetivo que creerán tener cuando piden cambiar la rutina, mejorar los rendimientos que el ejercicio les produce. Por supuesto esto no tiene porqué ser así, a nadie escapa el hecho de que apenas hay unas decenas de variaciones de ejercicios y que por tanto, la mayor parte de las veces es la pésima ejecución, el poco descanso o una dieta errónea las razones de esa falta de progreso.

Innumerables han sido las ocasiones que me han pedido cambiar de rutinas cuando no eran necesarios ese tipo de cambios, si no adquirir de nuevo la técnica de ejecución que les fue enseñada al principio y que sus ansias por usar más peso han derivado hacia un movimiento que casi involucra más a los músculos sinérgicos ( o accesorios) que al músculo principal. En algunas ocasiones he optado, si eran personas que llevaban algunos años en el gimnasio, en compartir un entrenamiento con ellos dejándoles claro que eran ellos los que me cambiarían a mi el entrenamiento con los ejercicios que ellos ya conocen a través de los años.

Primero se han asombrado por el hecho de que yo entrene con una rutina confeccionada por ellos, pero lo que más suele llamarles la atención es que a pesar, de hacer los mismos ejercicios que antes, obtienen mucha mejor respuesta de ese entrenamiento, y desde luego no es por mi presencia, mis dotes de mago están negadas. Es simplemente realizar el ejercicio como yo les digo, no descansar entre series minutos y minutos, sin charlar con nadie, no usando mucho más peso del que es capaz de hacerlo y sobretodo, sin hacer ni una serie de repetición con ayuda mía. Todo esto le hace tener un entrenamiento de verdad que ellos solos parecen no querer hacer nunca.

Cuando estamos en el gimnasio deberíamos de tener conciencia de que la planificación del entrenamiento (rutinas) no es si no un plano del edificio que vamos a realizar, pero es el trabajo día a día, concienzudo, colocando piezas convenientemente sin prisa, esperando que seque el material de sellado, lo que va a dejar claro que el edificio sea sólido o no termine nunca de arrancar de la base. Por muy bueno que sea el camino tienes que andarlo tú. Y si no quieres hacerlo, estar dispuesto a tener que sufrir, soportar entrenos, realizar comidas cuando no quieras, entrenar cuando sea necesario… pues probablemente no consigas llegar nunca a ningún lado.

Y ya puedes, si quieres, cambiar las rutinas todos los días.

Autor: José María García García

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