Editorial Dic 09 – Los apestados sociales

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Ha pasado a la historia finalmente echar la culpa de todo a un grupo social determinado? Somos los culturistas los «señalados» en las sociedades occidentales actuales? Tenemos que demostrar nuestra inocencia en lugar de que se pruebe nuestra culpabilidad? Por qué seguimos siendo impopulares hasta el hartazgo? Preguntas que intenta responder el autor de la editorial, probablemente como un grito en el vacio. EDITORIAL – Los apestados sociales

 

 

Si hacemos memoria podemos encontrar en cada sociedad humana a un grupo que ha sido objeto de los miedos, de los prejuicios o de las culpas de todo lo que ha pasado en un momento determinado. Puede sonar grave y rozar quizás la demagogia pero grupos como los judíos en la Alemania pre III Reich, los musulmanes en la España de los Reyes Católicos o en el siglo posterior, los gitanos hoy en día en muchos países, los intocables en el sistema de castas indio, los comunistas en Estados Unidos, etc… Son varios ejemplos de lo que quiero referir en este sentido, el grupo social adoptado para servir como depositario de todo lo malo en algún sentido social. 

Desafortunadamente aunque nos encontremos en el siglo XXI y en la Sociedad Occidental, esto sigue pasando. Por suerte la respuesta social no es la muerte, la incapacitación de derechos o el simple relego a ser ciudadanos de segunda como en algunos de los ejemplos expuestos anteriormente.

Seremos los culturistas por lo tanto, un bien necesario socialmente? Llenamos un «vacio» en la sociocultura de nuestra actualidad? No sé si lo seremos o no, pero desde luego podemos pensar en muchas situaciones en las que encajamos estupendamente en este «cubo de la basura» social…

Mi afirmación no es gratuita; Cuantas veces al decir que éramos culturistas alguien en un grupo no ha puesto cara de asco? Cuantas ocasiones en una discusión el culturismo ha terminado como algo positivo como conclusión? Cuantas veces no nos hemos callado «por no liarla» ante la cara de agradecimiento de nuestro acompañante? Soy directivo de un deporte que está mal visto socialmente. Las causas pueden que sean o no ciertas, pero estoy harto de tener que demostrar mi inocencia, de ir contracorriente, de haber desarrollado una faceta pedagógica especialmente con políticos para captar ayuda institucional… Me gustaría por una vez ser tratado socialmente como un deportista más, no como un perenne sospechoso de haberme dopado, de ser narcisista o violento. 

Esto llega incluso a tocar todo lo que rodea al culturismo, la industria de la suplementación es sospechosa de ser mirada como una especie de traficantes de «algo» que no puede ser bueno. Que se venda, que sea legal, que sean productos alimenticios etc… Todo eso da igual; si tiene que ver con el culturismo; tiene que ser malo. Así de sencillo y de absurdo. Los gimnasios tienen que ser guetos sociales donde la gente se obsesiona con su físico, se vuelven vigoréxicos, narcisistas u ortoréxicos (obsesionados con los alimentos); y cuantos más culturistas haya en ese gimnasio, peor. Apestamos todo lo que tocamos.

Quizás sea la edad, o que después de 24 años de culturismo uno llega a agotarse a veces, o que solo espero que me traten como a una persona más. Por supuesto no es algo que me vaya a vencer, para eso tengo muchos años por delante si el destino quiere, para seguir trabajando contra esto, al fin y al cabo en bastantes ocasiones la lucha contra este tipo de injusticias es lo que te empuja muchos días a levantarte y seguir viviendo. Solo es producto de un momento de reflexión que quiero compartir con los que son como yo.

La solución? Pasa por el día a día, el introducirnos poco a poco en la fibra de la sociedad, en dar paso a actitudes sociales que aún siendo culturistas entren en la «normalidad». La divulgación positiva de nuestro deporte y si Dios quiere, algún día dar paso a la oficialidad como deporte con federación reconocida por el Estado.

Por supuesto, nosotros como culturistas de a pie podemos dar también nuestro apoyo, colocar nuestro grano de arena para edificar un fuerte bastión social. Nuestro comportamiento es básico para ello, nuestra relación social, nuestros hábitos, nuestra argumentación, factores tan nimios como puede ser nuestra misma vestimenta, etc… Todo, todo; afecta. Seamos positivos, humildes, no demos pié al comentario fácil, no seamos «cerrados», que la gente nos vea como ejemplos válidos, no como bichos raros. Si hace falta tomarse una cerveza, se toma; si hace falta comer tarta en alguna ocasión, comemos; si es necesario vestir con chaqueta y corbata, seamos los más elegantes; si tenemos que hablar en público, lo haremos claramente y sin rencor. No nos queda otra que ser «modelos» de comportamiento, no solo de físico…

Autor; José María García García

 

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