Editorial Abril; yo, si señora, soy culturista

«Yo, si señora, soy culturista»

La editorial de este mes trae a colación el dificil reconocimiento de nuestra especialidad deportiva entre la sociedad en general. Analizando las causas y los por qués de muchas cosas que debemos sufrir en nuestra vida en sociedad.

 

Yo, si señora, soy culturista.

Hasta yo mismo he tardado mucho tiempo poder decir esto con la boca grande y orgulloso de ello. La carga de profundidad que supone reconocer en público que uno es culturista y no poner el eufemismo típico para no caer de golpe en brazos de los prejuicios de la gente, es, no me lo negará nadie, un síntoma de valentía que muchos pueden llegar a tratar como de engreimiento o de radicalismo. Nada más lejos de la verdad. Es simplemente aceptar que lo que yo soy, no significa entrar en los denostados pensamientos de la gente, no ser automáticamente un narcisista, un usuario de productos dopantes, un presidiario, un portero de discoteca, un vigoréxico y un supuesto exhibicionista. Soy un deportista que realiza un deporte; el culturismo.

Comprendo perfectamente que decir esa frase es algo que no todos estamos dispuestos a pronunciar, especialmente si la persona que dice esta frase es una mujer, casi ninguna dirá otra cosa que soy una fitness, palabra que eufemísticamente suena mucho mejor puesto que a la gran mayoría de las personas no quiere decir nada de nada. Pero creo que va siendo hora de que por fin seamos capaces de decir lo que realmente queremos decir, y no lo que decimos por no “tener problemas”. A aquellos que dicen que ellos lo hacen a pecho descubierto les diría si esto es verdad, lo harían en ocasión de una entrevista de trabajo al ser preguntado por sus hobbies o deportes preferidos… Dudoso en el mejor de los casos. Contad los gimnasios que se anuncian con la palabra fisicoculturismo entre las actividades que desarrollan.

Es, prácticamente, un reto personal confesar en público que uno es culturista. Si tenéis alguna duda, podemos hacer una prueba: cuantos de los que leéis esto pensáis que pueden reconocerse como culturistas, un 10%, un 25%, tal vez un 40% … Pero no más, a pesar de ello casi todos los que entramos en webs de culturismo somos únicamente culturistas, al menos en un 80-90% ya que entrenamos con pesos, buscamos aumentar la estética de nuestro cuerpo a través de disminuir nuestra grasa corporal aumentando la musculatura o la tonicidad, nos preocupamos por la dieta estableciendo un tipo de ingesta que la gran mayoría de la gente tacharía, al menos, de “rara”; y a pesar de todo lo anterior podemos hacer la pregunta en público de ser o no culturista y dudo que el porcentaje supere un 40%…

Y esto por qué sucede?

Varias pueden ser las respuestas, pero básicamente la mayor parte se agrupa entorno al concepto que la mayor parte de la sociedad guarda del culturismo, solo tenemos que ver la “afortunada” acepción que aparece en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, – deporte dedicado al desarrollo excesivo de los músculos-. Si hasta en el mismo diccionario ya nos tienen claramente preenjuiciados, qué esperaremos de los que no tienen, en principio tanta cultura, comprensión por los demás y conocimientos del tema… Nada, por supuesto. Nada bueno.

Nosotros, hagamos lo que hagamos, somos un deporte de narcisistas, drogatas, matones, chulos, ególatras, llenos de músculos asquerosos, etc… Es una batalla perdida.

O no. Tal vez, no.

Todos esos prejuicios esconden parte de una verdad, pero no es la verdad en si misma, también hay malos ejemplos en el fútbol, egos, derrochadores, engreídos con el dinero, niñatos etc… pero la imagen es totalmente diferente para el resto de la sociedad. De esa misma manera tenemos que darnos a conocer ante los demás. De qué sirve ir en mangas cortas en pleno invierno. Para qué llevar unos pantalones que nos hagan visibles a 3 kms en una niebla inglesa. Por qué es necesario gritar cuando estamos en el gimnasio o rodeados de personas.

Me niego a pensar que por levantar pesas nos tenemos que comportar así. Existen culturistas en todos los estratos sociales, ricos y pobres, de izquierdas y de derechas, tontos y listos, altos y bajos, etc… Podríamos comportarnos por ello, de tal manera, tal como somos, no identificándonos por el mal comportamiento, si no por acciones positivas, normales, aburridas y que nos haga dejar claro que somos una parte de la sociedad en general. Ni mejor ni peor, solo una parte representativa de la vida de hoy en día. Y si para ello debemos comportarnos como personas normales y corrientes, deberíamos hacerlo desde hoy, mañana es tarde si queremos evitar este fenómeno.

Y poder decir gustosamente, cuando nos pregunten; “Yo, si señora, soy culturista”.

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