La postura; algo primordial en la vida
Cuantas veces nos ha recordado un padre, un abuelo o un tio que nos pusiéramos rectos cuando éramos adolescentes. La tan llevada postura “achaparrada” con los hombros dejados caer hacia delante y la espalda encorvada es una constante en casi toda la población española, sobretodo en esa edad. La falta de ejercicio físico o de trabajos donde la fuerza se emplee ordinariamente ha traído algunas cosas buenas y algunas cosas malas en el desarrollo humano, este problema de hoy, sin duda ninguna, es parte de la cruz de esa moneda que es la vida de hoy en día.
Pero, qué provoca esto?; que nosotros tengamos una manera de colocarnos incorrecta y que con el tiempo esto se habitúe, o que todo esto sea producto de la falta de ejercicio y de la inactividad que produce un desarrollo inadecuado del cuerpo en la adolescencia.
Pues, definitivamente, todo esto es producto de la falta de tono de los músculos encargados de proteger y sustentar a la columna vertebral Esa carencia de fuerza en los anteriormente citados músculos, responsables de mantener la postura provoca que los huesos se “desmoronen” en ellos mismos. Veamos como se produce.
Por supuesto, esto no ocurre de la noche a la mañana, comienza ya con el mismo desarrollo del niño, pero es en la adolescencia mientras sufrimos una aceleración en el crecimiento cuando, como síntoma y consecuencia de la falta de ejercicio o del tono muscular natural; se producen ciertas anomalías posturales.
La columna la componen una serie de piezas que encajan unas en otras; las vértebras. Las de arriba, más pequeñas que las que descansan en la cadera, más gruesas de forma que den sustentación al eje del cuerpo. Estas piezas están fijadas y reforzadas para sus movimientos o para el simple soporte por una serie de músculos, entre ellos podemos nombrar entre los más importantes, los paravertebrales, los trapecios, abdominales, intercostales, el paquete lumbar, tranverso etc…
Si esta columna de huesos (Vértebras) no tienen los apoyos necesarios para mantener el equilibrio entre los de arriba y los de abajo, el peso del torso superior obligará a que éstas intenten buscar un asentamiento que sea lo más fijo posible, y cómo logra esto el cuerpo si no tiene masa muscular que ayude… Fácil, apoyándose unas vértebras con otras, provocando lo que antes mencioné, el “desmorone”, aún a riesgo de perder el diseño original que es el estado ideal entre estos huesos. Todo ello desde luego visto por un observador exterior determinará que la postura del cuerpo se parezca a un diseño en el que la cabeza se equilibre, echándose ligeramente hacia delante para que con la curvatura de la parte superior de la espalda se encorve, lo que a su misma vez haga desplazar los hombros adelante (esto también se agrava cuando en las chicas los senos crecen y su timidez provoque forzar esa postura para disimularlos, y aumentar esa sensación de pecho hundido que esta postura (cifótica) provoque. A nivel de los lumbares se produce por compensación un desplazamiento hacia delante de la cadera buscando el equilibrio con la parte superior, produciéndose un alineamiento vertical de las últimas vértebras lumbares y torácicas.
De la misma manera podemos describir la escoliosis o curvaturas respecto del eje vertical, en una imagen frontal o dorsal, tan de moda en las calzas que suelen llevar algunos chicos es esta edad, su curvatura hacia un lato hace que se produzca, para corregir dicha inclinación; otra en un nivel inferior a la anterior. Si no fuera así, la gran mayoría de nosotros andaría inclinado hacia un lateral y esto es infrecuente, solo entonces es cuando se convierte en una patología a tratar.
Este esquema de colocación de los huesos, es la típica estampa de cabeza adelantada, pequeña “chepa”, hombros adelantados y culo “liso”, sin la típica lordosis lumbar. Es decir, muy parecida a la figura que muchos adolescentes, sobretodo, presentan en su manera de andar, sentarse y desplazarse.
Tiene solución esto? Si, por supuesto, y muy sencilla en determinados momentos. Es decir, lo más difícil es el cuando, puesto que una vez que hemos llevado muchos años esa postura anteriormente descrita, se produce una modelación irregular de las vértebras que, una vez llegados a determinada edad, no tiene prácticamente marcha atrás. Las cifosis en sus últimos estados provocan incluso, una “chepa” o joroba que definitivamente es un síntoma claro de un serio problema articular.
Una persona que tiene 50 o 60 años y su columna sufre de cifosis y lordosis, y probablemente cierta escoliosis, tiene muy mala solución. Su máxima aspiración es paliar los posibles síntomas que sin duda, le provoca esta postura antifisiológica. Reforzar la musculatura hará perder presión de apoyo entre unas vértebras y otras, lo que en edades jóvenes puede corregir y arreglar en mayor parte esos problemas posturales, y en edades superiores haran desaparecer los dolores que, sin duda ninguna, sufrirán ya sea directamente en la zona o en correlaciones producto de este problema matriz.
Por supuesto la solución pasa por reforzar esos músculos a través del ejercicio.
El cómo es algo que dependerá del deporte que nos guste más, puesto que la mayor parte de ellos, directa o indirectamente refuerzan los músculos encargados de esto. Una vez más, sin embargo, es de resaltar la superioridad de realizar culturismo, puesto que el levantamiento de cargas de manera lógica, correcta y proporcionada, nos permitirá hacerlo en el grado y la forma que individualmente se requiera. Tenga la persona la edad que tenga, cualquier problema motriz que sufra, o cualquiera otro de los posibles “peros” que quizás imposibilite algún otro deporte, no obstante nunca lo hará con las pesas.
Si queremos tener un envejecimiento libre de problemas de espalda, los cuales forman el primer problema serio en las articulaciones en personas de edad avanzada, vamos a cuidarla lo antes posible, puesto que la calidad de vida que tendremos a cierta edad sin duda, recae en la mayor parte en tener este eje del cuerpo, lo mejor posible. Debemos, pues, ser conscientes de que la columna y el cerebro son las dos cosas que nunca deberíamos dejar de “cuidar” durante toda la vida.
Autor: José María García García