Editorial oct2010; Los malos perdedores

dEditorial; Los malos perdedores

Llegan las competiciones, los protagonistas (competidores) están deseando probarse a si mismos y a sus rivales, pero no siempre es todo buena fé…; aceptar sus clasificaciones es parte del juego de la competición y de lo que te hace ser mejor persona/atleta.

Quizás sea producto solo de un calentón, quizás sea algo que siempre ha pasado y que no quiero sacar a relucir nunca en mi pensamiento. El hecho es que en este santo deporte lo mejor deberían de ser los competidores y ciertamente a veces no lo son tanto. Pero no solo por sus físicos, cabría esperar si no una calidad humana sobresaliente, si al menos un compañerismo que no se quede en lo formal.
Es probablemente el aspecto del culturismo que menos me gusta; la falta de humildad y el poco respeto por el contrario. Cuando un campeonato termina, suele empezar una retahila de excusas por parte de quien no ha ganado y éstas siempre, siempre recaen en los demás, raramente en uno mismo; que si los jueces se la tienen jurada, que si es que este es amigo de tal federativo, que si es que no me quieren, que si estoy mal visto, que esto me pasa por venir de otra asociación, que los jueces … En fin, un interminable conjunto de sinsentidos que cada uno intenta fabricarse en su cabeza que intentan justificar al competidor y su clasificación diferente a la esperada. En ocasiones estas explicaciones las da el competidor en su entorno o es este mismo entorno el que se encarga de «calentar» al atleta o a encorajinarlo frente a un competidor, juez o institución. Todo antes que decir que simplemente para un grupo de personas que son jueces, un día a una hora en concreto mi cuerpo era para ellos un x lugar en la clasificación.
Nada más.
No hay conspiraciones contra nadie.
No hay más que un grupo de gente, jueces que intentan hacer mejorar su deporte día tras día, y que solo reciben a cambio descréditos, discusiones, descalificaciones y en muy pocas ocasiones, las felicitaciones más sinceras.
Pero lo peor es lo que ocurre con el resto de sus compañeros: este es amigo de tal, este porque tiene nombre, este está gordo, este está canijo, este… Sinceramente pocas ocasiones después de un campeonato he podido hablar tranquilamente después de haber sido juez con los competidores.
Quizás hay que ser una persona muy segura de si misma para darse cuenta de que si uno no queda como cree, quizás podría ser porque los otros están mejor. Que ellos también pasan hambre, lo pasan mal, se pelean con su pareja, no salen por las noches, duermen pensando en comida o no duermen por eso mismo, su vida parece un callejón que solo apunta al campeonato dejando todo lo demás a un lado en pos de una victoria, de que los demás simplemente pueden ser simplemente mejores que él. Esa falta de humildad, repito, es lo que no acabo de asimilar.
Sé que en el culturismo hay implícito un componente de egocentrismo quizás necesario para que un periodo de tu vida, toda tu familia gire en torno a él para alcanzar una meta personal, que este deporte al fin y al cabo no es más que la exhibición de tu cuerpo y que el componente personal es muy fuerte. Pero seguimos siendo deportistas, o al menos así lo creo yo, y jamás deberíamos de dejar de comportarnos como estos.
Obviamente esto no es siempre así, pero en cada campeonato existe este componente en la mente de algunos competidores, por supuesto incluyo a todas las competidoras en este artículo. Existe una gran cantidad de competidores que con el tiempo adquieren una objetividad en este tema y consiguen ser mejores personas, respetando a sus rivales, admirándolos y llegando a ser incluso amigos de los de verdad.
Por esto último, yo sigo estando aquí; intentando no ver más lo que el objeto de esta editorial ha promovido.
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Quizás sea producto solo de un calentón, quizás sea algo que siempre ha pasado y que no quiero sacar a relucir nunca en mi pensamiento. El hecho es que en este santo deporte lo mejor deberían de ser los competidores y ciertamente a veces no lo son tanto. Pero no solo por sus físicos, cabría esperar si no una calidad humana sobresaliente, si al menos un compañerismo que no se quede en lo formal.

Es probablemente el aspecto del culturismo que menos me gusta; la falta de humildad y el poco respeto por el contrario. Cuando un campeonato termina, suele empezar una retahila de excusas por parte de quien no ha ganado y éstas siempre, siempre recaen en los demás, raramente en uno mismo; que si los jueces se la tienen jurada, que si es que este es amigo de tal federativo, que si es que no me quieren, que si estoy mal visto, que esto me pasa por venir de otra asociación, que los jueces … En fin, un interminable conjunto de sinsentidos que cada uno intenta fabricarse en su cabeza que intentan justificar al competidor y su clasificación diferente a la esperada. En ocasiones estas explicaciones las da el competidor en su entorno o es este mismo entorno el que se encarga de «calentar» al atleta o a encorajinarlo frente a un competidor, juez o institución. Todo antes que decir que simplemente para un grupo de personas que son jueces, un día a una hora en concreto mi cuerpo era para ellos un x lugar en la clasificación.

Nada más.

No hay conspiraciones contra nadie.

No hay más que un grupo de gente, jueces que intentan hacer mejorar su deporte día tras día, y que solo reciben a cambio descréditos, discusiones, descalificaciones y en muy pocas ocasiones, las felicitaciones más sinceras.
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Pero lo peor es lo que ocurre con el resto de sus compañeros: «este es amigo de tal, este porque tiene nombre, este está gordo, este está canijo, este… «. Sinceramente pocas ocasiones después de un campeonato he podido hablar tranquilamente después de haber sido juez con los competidores sin miedo a que alguno me mire mal o que se tome a mal lo que le digo.

Quizás hay que ser una persona muy segura de si misma para darse cuenta de que si uno no queda como cree, quizás podría ser porque los otros están mejor. Que ellos también pasan hambre, lo pasan mal, se pelean con su pareja, no salen por las noches, duermen pensando en comida o no duermen por eso mismo, su vida parece un callejón que solo apunta al campeonato dejando todo lo demás a un lado en pos de una victoria, de que los demás simplemente pueden ser simplemente mejores que él. Esa falta de humildad, repito, es lo que no acabo de asimilar.

Sé que en el culturismo hay implícito un componente de egocentrismo quizás necesario para que un periodo de tu vida, toda tu familia gire en torno a él para alcanzar una meta personal, que este deporte al fin y al cabo no es más que la exhibición de tu cuerpo y que el componente personal es muy fuerte. Pero seguimos siendo deportistas, o al menos así lo creo yo, y jamás deberíamos de dejar de comportarnos como estos.

Obviamente esto no es siempre así, pero en cada campeonato existe este componente en la mente de algunos competidores, por supuesto incluyo a todas las competidoras en este artículo. Existe una gran cantidad de competidores que con el tiempo adquieren una objetividad en este tema y consiguen ser mejores personas, respetando a sus rivales, admirándolos y llegando a ser incluso amigos de los de verdad.

Por esto último, yo sigo estando aquí; intentando no ver más lo que el objeto de esta editorial ha promovido.

 

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